Radiografías dentales y seguridad de la radiación en clínica

Las radiografías son una herramienta fundamental en odontología. Gracias a ellas podemos ver lo que el ojo no alcanza: caries ocultas, infecciones, pérdida ósea, posición de las raíces o la situación de un implante. Sin ellas, muchos diagnósticos serían incompletos y los tratamientos menos precisos. 

¿Qué tipo de radiografías se usan en odontología? 

En una clínica dental se emplean distintos tipos: 

  • Radiografías intraorales (periapicales y bite-wing): ofrecen gran detalle de dientes y hueso cercano. 
  • Ortopantomografía (radiografía panorámica): permite ver toda la boca en una sola imagen. 
  • CBCT o TAC dental: imágenes en 3D, imprescindibles en cirugía, implantes y ortodoncia avanzada. 

Radiación: ¿es peligrosa? 

La palabra “radiación” suele generar miedo, pero las dosis que se emplean en odontología son muy bajas y están muy por debajo de los límites considerados dañinos. Para hacerse una idea: 

  • Una radiografía intraoral equivale a la radiación natural que recibimos en unas pocas horas de vida diaria. 
  • Una panorámica equivale, aproximadamente, a la radiación recibida en un día normal al aire libre. 
  • Un CBCT dental supone algo más de radiación, pero sigue siendo menor que la de un TAC médico convencional. 

En comparación, un viaje en avión de Madrid a Nueva York expone al organismo a más radiación que una serie completa de radiografías dentales. 

Cómo se controla la seguridad 

Las clínicas dentales están obligadas a cumplir normativas muy estrictas para proteger a pacientes y profesionales: 

  • Uso de equipos digitales de última generación, que reducen al mínimo la radiación. 
  • Aplicación del principio ALARA (As Low As Reasonably Achievable): se hace solo la radiografía necesaria, con la mínima dosis posible. 
  • Protección adicional con delantales plomados y collares tiroideos en pacientes sensibles. 
  • Revisiones periódicas de las máquinas para garantizar un funcionamiento seguro. 

Beneficio frente al riesgo 

El beneficio de una radiografía dental es mucho mayor que el riesgo asociado a su mínima radiación. Detectar una caries oculta a tiempo, planificar correctamente un implante o diagnosticar una infección evita complicaciones graves. 

En resumen: las radiografías dentales son seguras, rápidas y esenciales para cuidar la salud bucodental. La radiación que emiten es mínima, muy inferior a la que recibimos a diario de forma natural, y está completamente controlada en la clínica.